LOS COMBATES CAUSAN FUROR EN LAS ESCUELAS DE JU-JITSU
Patrick Lombardo |
Artículo publicado en la revista Kombat-Bushido nº 4. Junio 2002
Autor: Patrick Lombardo
Traducción: Cesar Gómez
Durante una demostración privada, un maestro de Ju-jitsu lanzó un desafío de honor a Tsunejiro Tomita, delegado del Kodokan. Lo que sigue fue un combate épico…
En 1884, la victoria de Shiro Saigo sobre Matsugoro Okuda dio mucho que hablar. La escuela de Jigoro Kano, el Kodokan Judo, empezó a labrarse una buena reputación. Se la respetaba porque Shiro Saigo era muy bueno, pero al mismo tiempo se la despreciaba porque Kano había “cocinado” su propio Ju-jitsu y no por culpa del Judo que, para muchos, no existía.
El Kodokan es atacado de nuevo
A principios de 1886, un maestro de Ju-jutsu, Magoroku Hachitani, organizó la inauguración de su nuevo dojo. Para esta ocasión invitó al Kodokan para que enviase a cuatro de sus representantes; Tsunejiro Tomita, Takisaburo Tobari (antiguo practicante de Ju-jitsu derrotado por Saigo y convertido al Kodokan), Junshin Arima y Bunzo Matsuda. Durante la ceremonia, Tomita efectuó una demostración técnica con Mamoru Hachitani, el hijo mas joven del maestro Hachitani. Todo salió muy bien pero nada más terminada la demostración un hombre de gran envergadura salió de entre el público. Se había puesto el traje de combate y se dirigió hacia Tomita. Empezaron a oirse muchos murmullos y la tensión subió rápidamente. Este hombre no era cualquier persona, se trataba de Hansuke Nakamura, de la escuela Ryoi-shinto-ryu. Era uno de los maestros de Ju-jutsu con mas reputación de la Policía de Tokio. “¿Quiere usted hacer un intercambio conmigo?”...le lanzó a Tomita. El tono no dejaba ninguna duda y el desafío estaba claro: vengar a Okuda. El miembro del Kodokan, consciente de la importancia del suceso, aceptó el desafío.
¡Plancha japonesa!
Tsunejiro Tomita |
El combate va al suelo
Mas prudente, a causa de ese primer fracaso, Nakamura cambió de táctica. Agarró fuertemente a Tomita por la manga y el cuello del kimono y le empujó haciéndole atravesar la pequeña sala hasta placarle finalmente, con un ruido seco, contra las planchas de la pared del dojo. ¿El combate se iba a desarrollar en el cuerpo a cuerpo? Nada de eso. Evitando la presión de su adversario, el miembro del Kodokan pivotó contra el muro, se dejó caer al suelo y efectuó un nuevo tomoe-nage que proyectó a Nakamura a lo largo de la pared. El maestro de Ju-jutsu se estaba levantando cuando Tomita atacó de nuevo. Entonces, el combate adquirió otra dimensión. Nakamura agarró a su adversario por la cintura y sin darle tiempo para reaccionar, le llevó al suelo. Mas potente que el representante del Kodokan, Nakamura ejerció una presión física terrible con la parte superior del cuerpo. Fiel a sus costumbres, Tomita intentó liberarse con suavidad, girando y moviendo sus caderas hacia ambos lados. Poco a poco, consiguió encontrar una posición mas cómoda e intentó realizar una estrangulación. Descuidado, Nakamura no vio venir el ataque y un instante después, ya era demasiado tarde. Las manos de Tomita cerraron inexorablemente el cuello del kimono de su adversario y Nakamura estuvo a punto de perder el conocimiento. En ese preciso momento, Magoroku Hachitani, que ejercía las funciones de árbitro, decidió parar el combate. Nakamura no llegó a perder el conocimiento pero el resultado del combate fue claro para todo el mundo. Una vez más el Ju-Jitsu del Kodokan consiguió la victoria.
Esta noticia recorrió rápidamente todos los dojo de Tokio. El descontento continuó creciendo y pronto llegaría el momento en el que los “traidores” del Kodokan afrontarían al conjunto de escuelas tradicionales reunidas.
Años mas tarde, cuando le preguntaron sobre el combate, Tsunejiro Tomita dijo: “Yo tenía 22 años, Nakamura tenía 33 y su práctica estaba más bien basada en la fuerza. Era uno de los mejores ju-jitsoka de la época y su reputación era terrible. En el momento del combate yo era 3er dan y estaba muy orgulloso de ese grado, era muy ambicioso. Nakamura, por su parte, perdió un poco el control de si mismo y eso fue, sin duda, lo que me permitió ganarle”.
El año 1886 comenzó muy bien para el Kodokan, pero lo más duro estaba por llegar. Los combates que se avecinaban serían decisivos para el futuro de las artes marciales japonesas a mano vacía. El gran protagonista de esta historia fue Shiro Saigo, cuyos éxitos adquirirán una gran dimensión durante un torneo casi mítico, en la prefectura de Policía.
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