![]() |
Sensei Patrick McCarthy |
SB: Muchos perciben el estudio de kata como un proceso anticuado que, quizá, no tiene ninguna relevancia real con el conflicto moderno. Sin embargo, creo que usted y unos cuantos más, están trabajando para mostrar su función como una herramienta de entrenamiento “fundamental” para desarrollar habilidades de lucha. ¿Sería acertado pensar que usted es un entusiasta de explorar y promover el kata como manual de lucha?
PM: Sobre el kata como práctica anticuada, ¡creo que tu observación da en el clavo! Lamentablemente, demasiados piensan de esa manera con respecto a la tradición. No obstante, ¡creo que a la mayoría no se les puede culpar por pensar de esa manera! Al fin y al cabo, la manera terriblemente impráctica en la que el kata ha sido interpretado y se ha transmitido durante el último siglo ha hecho poco por inspirar confianza en comprender su valor funcional.
Con respecto a trabajar para ayudar a traer un cambio a la forma de pensar en el kata… Mi respuesta a tu comentario es un “¡Sí!” rotundo. Sin duda soy una persona muy comprometida a ayudar a marcar la diferencia en ese terreno. Teniendo en cuenta su historia ambigua, y su aplicación tan incomprendida, creo que no haría referencia al kata como “manuales de lucha”, sino más bien como “cápsulas del tiempo nemotécnicas”: el kata no sólo nos vincula a una fascinante historia sino que desde hace mucho ha servido como principal vehículo a través del cual se han preservado conceptos inmutables de aplicación. Originalmente, no creo que el kata tuviera la intención de impartir la lección sino más bien ¡”culminar lo que ya había sido enseñado”!
Es esta historia, cultura y aplicación técnica la que yo (la IRKRS) estoy muy comprometido a transmitir, y Koryu Uchinadi es un método fácil para el usuario a través del cual difundir esta importante herencia cultural.
SB: Ha mencionado que no cree que “el kata tuviera la intención de impartir la lección sino más bien culminar lo que ya había sido enseñado”. ¿Podría explicar esto un poco más, por favor?
PM: ¡La forma sigue a la función! Por lo tanto, cualquier movimiento o conjunto de movimientos prescritos, que recreen la aplicación de cómo atacar, contraatacar y/o escapar de actos específicos de violencia física deben, por definición, culminar lecciones ya aprendidas. Que puedan ser utilizados también como mecanismos de enseñanza respalda su uso creativo. La confusión de hoy con respecto a la aplicación del kata se remonta a cuando la práctica quedó paulatinamente aletargada después de la campaña de Itosu Ankoh para apoyar el radical periodo de intensificación militar de Japón. Cuando el entrenamiento basado en la premisa contextual y las prácticas por parejas fueron reemplazadas por resultados que se centraban exclusivamente en la forma física y la conformidad social, en apoyo de la producción de sanos reclutas militares masculinos, apareció algo diferente a sus intenciones originales.
El kata representa la forma y su aplicación es la función. Los katas son una colección abstracta de prácticas de aplicación conceptual combinadas en creativas rutinas de práctica. ¡Lo que da vida a esta fórmula abstracta es su “premisa contextual”! Hace mucho tiempo, el estudio empírico proporcionaba una oportunidad única para identificar los actos de violencia física que plagaban la sociedad doméstica. Al hacerlo, en última instancia surgieron prácticas de lucha táctica que permitían al ciudadano medio tratar con efectividad con la violencia física de base doméstica. Tales prácticas conceptuales habitualmente se aprendían y se ensayaban en ejercicios de recreación con un compañero. A medida que crecía el repertorio de prácticas de aplicación del estudiante, crecía también la idea de combinar esos conceptos individuales en dinámicas rutinas en solitario, y eso se convertía en la base de la que surgía el estilo. Esas rutinas no sólo culminaban importantes lecciones ya aprendidas sino que también proporcionaban mecanismos creativos a través de los cuales se podían impartir enseñanzas intemporales y expresar destreza individual a la vez que se fortalecía el acondicionamiento mental, físico y holístico general del individuo.
SB: La última vez que le entrevisté habló brevemente sobre los “Actos Habituales de Violencia”, mencionando que entenderlos es “clave” para la autoprotección efectiva. ¿Podría hablarnos un poco sobre esta teoría, por favor?
PM: La teoría HAPV se centra en la premisa contextual, es decir, identificar y recrear aquellos actos de violencia física a mano vacía encontrados comúnmente en escenarios domésticos de uno contra uno. Además del típico comportamiento de asalto frontal estando de pie y sus variantes, la teoría HAPV identifica otros actos asociados habitualmente a escenarios de forcejeo, ser agarrado y golpeado, placajes, derribos, estrangulaciones, y todo lo que hay por medio… ¡Incluida la mentalidad de comportamiento violento! Los conceptos, la mecánica y los principios, juegan un papel muy importante al aprender y comprender este proceso. Se estudian escapes y contraataques contra los HAPV bajo diferentes circunstancias hasta que se establece familiaridad y funcionalidad. HAPV también es un camino hacia el kata
Comprender la teoría HAPV y la práctica de ejercicios de aplicación con compañero proporciona una explicación plausible para entender los orígenes del kata. Cada escape, contraataque y concepto de aplicación puede ensayarse y realizarse también de manera individual, como práctica en solitario. Si se enlazan, en rutinas más grandes, la práctica se convierte en algo mayor que la suma total de sus partes individuales… ¡Kata! El kata no sólo servía como mecanismo memotécnico para culminar lecciones ya aprendidas, e impartir lecciones todavía no enseñadas, también llegó a ser una creativa forma de expresión a través de la cual mejorar la habilidad física, la concentración mental, y el acondicionamiento holístico, fortaleciendo por tanto la experiencia de aprendizaje en general.
SB: La mayoría de mis lectores serán practicantes de Shotokan que quizá no tendrán muchas posibilidades de practicar más allá del estilo, debido a localización, tiempo, etc. ¿Cree que el Shotokan a secas, como estilo, tiene katas que, si se estudian eficazmente, contienen las estrategias de lucha requeridas para generar un luchador equilibrado?
PM: Sí, lo creo. Si se me permite, no son los katas de Shotokan los que presentan el “problema”, sino más bien sus prácticas de aplicación confinadas a reglas, ¡y las incongruentes premisas contextuales a las que se vinculan!
SB: ¿Cuáles son esas reglas que según usted limitan al karateka?
PM: Prácticas con ataques poco realistas, y complacencia.
![]() |
Sensei Patrick McCarthy |
SB: Al estudiar kata, ¿puede contarnos su proceso de descifrar los posibles significados “funcionales” de las técnicas, y las estrategias de lucha que contienen? ¿Hay una fórmula para su capacidad interpretativa?
PM: ¿Una fórmula? Sí, hay una fórmula, si se le puede llamar así. Sorprendentemente, en realidad es bastante simple. Sin embargo, a pesar de su simplicidad, los avanzados tienden a tener dificultades para asimilarla directamente debido en gran parte a la mentalidad preconcebida que obstruye su capacidad para mirar fuera o más allá de su estilo. Los principiantes, en cambio, lo entienden casi de inmediato porque sencillamente tiene sentido y todavía no han sido adoctrinados. Los katas son de algún modo cápsulas del tiempo y contienen conceptos de aplicación defensiva de lucha para tratar con el tipo de violencia física que ha amenazado la vida doméstica desde hace mucho. Quizá, si pudiera resumir el viaje que me condujo a descubrir “la fórmula”, podría ayudar a los lectores a comprenderlo mejor.
Hacia 1985, veinte años de entrenamiento en Karate tradicional me habían dejado bastante decepcionado por sus prácticas confinadas a reglas, sus rituales inflexibles y su ambigüedad cultural. No era que no me gustase el Karate tradicional y quisiera dejarlo, pero ya no podía aceptar la interpretación moderna de sus prácticas ritualizadas (es decir, los katas), ¡que se estaban haciendo pasar por el arte original! Habiendo escuchado hablar de prácticas más funcionales, anteriores a la tradición moderna, decidí buscar el profesor, estilo, u organización donde pudiera aprender las enseñanzas más originales. En concreto, buscaba a alguien que pudiera enseñarme cómo comprender el kata, de la manera que originalmente se pretendía que fuese entendido. Mi viaje en última instancia me llevó a Japón… Donde permanecí durante casi una década.
Encontré una cultura fascinante en Japón, ¡y bastante diferente a cualquier cosa que hubiera experimentado en Occidente! Con gente muy interesante, se me recibía abiertamente con lo que parecía prácticamente entusiasmo infantil. Aunque todavía no comprendía el mecanismo cultural tatemae/honne [La división tatemae/honne se considera de primordial importancia en la cultura japonesa. El simple hecho de que los japoneses tengan palabras específicas para estos conceptos lleva a algunos a ver esta conceptualización como prueba de mayor complejidad y rigidez en la etiqueta y cultura japonesa. Tatemae (建前), literalmente “fachada”, es el comportamiento y opiniones que uno muestra en público. Tatemae es lo que la sociedad espera y requiere según la posición y circunstancias, y eso puede que encaje, o no, con el honne de uno. Honne (本音) hace referencias a los verdaderos sentimientos y deseos de la persona. Éstos puede que sean opuestos a lo que la sociedad espera o a lo que se exige según la posición y circunstancias de uno, y a menudo se mantienen ocultos, excepto para los amigos más cercanos.], ni su principio de “Wa” [Karel van Wolferen, en su libro “The Enigma of Japanese Power” (El enigma del poder japonés) (Macmillan London Ltd. 1989), describe el principio japonés de “wa” como la muestra ininterrumpida de una disposición para sacrificar los intereses personales propios por el bien de la tranquilidad común.], los japoneses siempre me hicieron sentir bienvenido y cómodo en casi todos los lugares de su tierra. Viniendo de Occidente, la idea de eliminar los verdaderos sentimientos propios, evitar la confrontación, y sacrificar los intereses personales por el bien de la tranquilidad común, no es exactamente la marca de nuestra cultura. Por lo tanto, descubrir cómo toda una cultura era capaz de ejercer consistentemente semejante etiqueta y compostura fue una extraordinaria experiencia de aprendizaje. Echando la vista atrás, debo admitir que es una de las cualidades culturales que más echo de menos desde que he regresado a Occidente. Aunque conocí y entrené con muchos karatekas excelentes por todos los sitios por los que viajé en Japón (y Okinawa), ¡no encontré ni rastro de las enseñanzas que andaba buscando! Insatisfecho, dirigí mi atención hacia el intercambio de entrenamiento… Algo que había experimentado por primera vez a principios de los años 1970s, cuando Bruce Lee nos lanzó el desafío de cuestionar el “desorden clásico” y “pensar fuera de lo habitual”. Con “nuevos ojos”, el entrenamiento cruzado en una variedad de métodos de lucha [Hice varios viajes a China (incluyendo el Monasterio Shaolin), al sureste de Asia y a Filipinas, para estudiar Quanfa, Silat y Kali, mientras continuaba entrenando con instructores locales de Katori Shinto Ryu, Jujutsu y Yuishinkai Karate-jutsu, además de servir de compañero extranjero de sparring para varios reconocidos luchadores japoneses de Shoot y jaula de Tokyo.] me abrió muchas puertas nuevas de oportunidades, a la vez que me proporcionó valiosas ideas sobre la premisa contextual, la mentalidad y la política, todo lo cual había pasado desapercibido anteriormente. En base a esa experiencia, y junto con mi comprensión única de la historia del Karate, y el conocimiento del viaje que muchos de sus pioneros llevaron a cabo, hacer mis propias deducciones ya no parecía desalentador sino más bien algo inherentemente natural. Esos descubrimientos poco a poco me llevaron a comprender la naturaleza simple de las prácticas de aplicación y me dejaron de nuevo a las puertas de la tradición, pero para entenderla verdaderamente por primera vez. Combinado con un amplio estudio de las obras originales (en japonés) de los pioneros, la fuente de lo que se había mantenido secreto durante tanto tiempo se reveló ante mí. En conjunto, la experiencia fue culminada con el establecimiento de la teoría HAPV [Actos Habituales de Violencia Física] y el concepto de trabajos por parejas. Sistematicé estas enseñanzas en un exhaustivo programa de estudios para el que mi profesor, el Gran Maestro Kinjo Hiroshi (nacido en 1919), propuso el nombre de Koryu Uchinadi (古流沖縄手).
Las tradiciones de base defensiva, como el Karate, siempre han considerado exclusivamente la violencia física doméstica desde la perspectiva de la autodefensa. Sólo en base a esta premisa contextual, e independientemente del gran número de formas de autodefensa a mano vacía que existen [Aquí, y en toda mi teoría HAPV, me refiero exclusivamente a “actos domésticos de violencia física uno-contra-uno y con las manos vacías”, a diferencia de “uno contra dos o más agresores, asaltos con armas, o situaciones de combate militar”, ya que las dinámicas son completamente diferentes], una sorprendente cantidad de encuentros violentos son comunes y comparten similitudes habituales. Este factor ha proporcionado la plataforma necesaria para identificar mejor qué actos de violencia física son típicamente comunes, qué les hace potencialmente peligrosos, y bajo qué circunstancias se puede tratar con ellos de la manera más eficiente. Eliminando el hecho de que no estamos hablando de lucha competitiva [El combate de competición es de mutuo acuerdo, y tiene que ver con la preparación, el terreno regular, protecciones, reglas, límites de tiempo y árbitros, etc.], ni de ninguna forma de confrontación “mutua” [Acceder a pelear con alguien porque “se ha metido contigo”, difícilmente cuenta como “autodefensa” en el sentido tradicional de la palabra], el arte de defensa personal debe, por virtud de su implicación, proporcionar los conceptos funcionales necesarios para tratar con eficacia con el abanico completo de posibilidades: sólo para reiterar, mi teoría HAPV abarca exclusivamente escenarios domésticos de uno-contra-uno y a manos vacías… Nada de armas, varios agresores, bandas y/o escenarios militares.
Me gusta crear y utilizar analogías para ayudar a los estudiantes a ver mejor el valor de ciertas enseñanzas que puede que no formen parte de sus estilos pero que son, no obstante, vitales para comprender completamente el arte de la autodefensa. Mi teoría de la caja de herramientas es uno de esos ejemplos: Comparando a un instructor de autodefensa con un trabajador local, ¿no está mejor preparado teniendo una caja de herramientas completa, aunque nunca lo necesite todo, que si le pillas desprevenido con un trabajo que requiere una herramienta que no tiene? Nuestro arte está terriblemente incomprendido, y la mayor parte de los instructores de Karate que enseñan “defensa personal” entienden poco o nada sobre cómo tratar con eficacia con los actos habituales de violencia física, escapes, contras, trabajo de forcejeo y suelo, etc. ¡Y lo que es incluso peor es la creencia ingenua de que uno tendrá el lujo de estar frente a su agresor y que un gyaku-zuki (golpe de puño inverso) puede solucionar la mayoría de los encuentros de manera rápida y efectiva!
Otro aspecto de la preparación, del que rara vez se habla, es la actitud. Uno de los aspectos más descuidados de la preparación es desarrollar una actitud de guerrero. Tratar con eficacia con el tipo de brutalidad despiadada y comportamiento depredador que se encuentra habitualmente en la violencia física requiere desarrollar una mentalidad similar y un sistema idéntico de escenarios de ataque. Como la teoría de la caja de herramientas, cualquier otra cosa deja a la autodefensa efectiva en manos de la suerte… ¡Y eso es sencillamente inaceptable!
Hasta la fecha, no hay escasez de teorías creativas y opiniones sobre cómo funciona el kata. Yo no apoyo las teorías confinadas a reglas y con atacante complaciente que parecen dominar la interpretación moderna del Karate. Replicar los citados escenarios violentos en módulos de práctica sistematizada con resistencia agresiva es un camino probado hacia la funcionalidad ya que condiciona el comportamiento de respuesta instintiva. Este componente vital es el mecanismo central en nuestra “fórmula” HAPV/Práctica por parejas.
A principios de los años 1990s fui el compañero gaijin (extranjero) de sparring de uno de los máximos grupos de MMA de Japón: el UWFi. Fue una experiencia de aprendizaje fascinante, teniendo la oportunidad de trabajar con tantos entrenadores excelentes, luchadores de jaula y de shoot, incluyendo a Sayama Satoru, Cezar Takeshi, Lou Thesz, Billy Robinson, Karl Kotch, Takada Nobuhiko [también conocido como el propietario del Pride Fighting], Tamura Kiyoshi, Billy Scott, y Gary Albright, por nombrar unos cuantos de los nombres más conocidos. Entre muchos grandes recuerdos de entrenamiento, y amistades duraderas, lo que más me impactó de esa experiencia fue observar a los luchadores de sumisión ensayando prácticas de aplicación en solitario… Lo que, en teoría, no era muy diferente a lo que hacemos nosotros en Karate. A excepción de su escasa ropa de práctica, falta de rituales ceremoniales, e instalaciones de entrenamiento no muy Zen, ¡literalmente no observé ninguna diferencia entre lo que ellos hacían y la manera típicamente ritualizada en la que habitualmente se ejecuta el kata! ¡Esa fue una curva de aprendizaje enorme para mí!
Siempre que les preguntaba sobre kata, todos respondían de maneras diferentes, ¡pero aún así sus principios eran idénticos! Con esto quiero decir que todos identificaban desafíos específicos (es decir, los “HAPV” según sus disciplinas) y un resultado deseado, el cual requería prácticas de aplicación específicas. En todos los casos sus prácticas de aplicación se basaban en el concepto, eran explicadas con sólidos principios mecánicos, y proporcionaban un sistema de ejercicios ritualizados por parejas. No es sorprendente que experimentara exactamente lo mismo a través de la esgrima japonesa cuando estudié Tenshin Shoden Katori Shinto Ryu con el difunto Gran Maestro Sugino Yoshio.
Aplicando tales mecanismos a mis prácticas conceptuales empecé a identificar poco a poco técnicas reconocibles contenidas en muchos de los katas que conocía. Lo que empezó con un hilo de entusiasmo, al final acabó abriendo las puertas del descubrimiento, rescatándome de las profundidades de la incomprensión. No encontré una técnica suelta aquí y allí sino un gran número de plantillas idénticas a aquellas que se encuentran en los katas clásicos. Aunque el siguiente ejemplo puede ser aplicado y se aplica al rango completo de HAPV, creo que mayores deducciones se pueden extraer sin esfuerzo de lo abstracto: Ensayar cualquiera de las muchas formas para contrarrestar con eficacia los HAPV revela todas las plantillas ritualizadas que el kata culmina. Esto refuerza la creencia de que “¡el kata nunca pretendió impartir la lección sino más bien culminarla!”. Cuando las prácticas de aplicación en solitario se enlazan en rutinas geométricas, aparece algo mayor que la suma total de sus partes… ¡Kata!
Por lo tanto, cuando los rituales funcionales de aplicación individual para cualquiera de los escenarios HAPV resulta que se parecen a un movimiento de un kata clásico, tengo la confianza de que eso es algo más que una simple coincidencia. Mi “Teoría del Pato” puede que no sea la navaja de Occam, ni siquiera una pobre interpretación de KISS (“Keep Is Short and Simple”) [“La explicación más simple para algún fenómeno es más probable de ser acertada que explicaciones más complicadas”. “Si tienes dos soluciones igualmente probables para un problema, elige las más simple”. “La explicación que requiera menos suposiciones es más probable que sea la correcta”… O, en la única forma que toma su propio consejo: “¡No compliques las cosas!”], pero hasta que alguien me demuestre que estoy equivocado, ¡ese es mi Satori y me aferro a él! A riesgo de parecer redundante, la teoría del pato dice: “Si tiene plumas, vuela, y hace “quack”, ¡lo más probable es que sea un pato!”.
![]() |
Sensei Patrick McCarthy |
SB: El estudio de la técnica básica es para coordinar el cuerpo y aprender a utilizarlo como una unidad de golpeo para generar niveles devastadores de poder de una forma exagerada y extrema, de manera que cuando se necesite puedan crearse niveles comparables de poder en distancia corta. ¿Qué importancia tiene la práctica de los fundamentos para usted y para su organización?
PM: ¡Los fundamentos son todo! Hay una expresión intemporal que describe lo inútil que sería cualquier estructura sin unos cimientos fuertes. Comparando el arte del Karate con una estructura, no creo que pueda llegar a ser completamente funcional sin una base fuerte. El método de la vieja escuela abogaba por la técnica por encima de la fuerza, y eso es algo que yo/nosotros también apoyamos incondicionalmente.
SB: Durante la mayor parte del tiempo que he pasado hablando, entrevistando, o entrenando con karatekas y luchadores que se centran en el conflicto en distancia corta, una característica de la autoprotección que se repite con mucho hincapié es la importancia del golpe “preventivo”. ¿Cree que los katas contienen ejemplos explícitos o implícitos de golpe preventivo?
PM: ¡No, no lo creo! Esa es una cuestión que tiene que ver con la valoración de la amenaza y la estrategia táctica… En la que muchas técnicas basadas en el kata pueden satisfacer fácilmente el resultado deseado dependiendo completamente de la persona y las circunstancias. Aunque puedo suponer que probablemente estás pensando en golpear al oponente con tu puño derecho (es la herramienta más utilizada habitualmente), la idea aquí es evitar que se materialice la amenaza de peligro tomando la iniciativa. Entender las circunstancias, aprender cómo tomar la iniciativa, y qué estrategias tácticas utilizar, son cosas que se discuten y se imparten al aprender los HAPV.
SB: Muchos ciudadanos respetuosos de las leyes que prefieren evitar el conflicto físico a toda costa puede que eviten el golpe preventivo, viéndolo como algo muy extremo, y con la esperanza de que el conflicto terminará desvaneciéndose sin conflicto físico. ¿Cuál es su opinión acerca de “saber” cuándo golpear de forma preventiva?
PM: De joven trabajé de “seguridad” (en realidad nos llamaban “gorilas” en aquellos días) en varios “abrevaderos” muy duros de Toronto y Vancouver. Los hombres con los que trabajaba, las volátiles circunstancias del trabajo, y las brutales peleas con las que me encontré, proporcionaron una experiencia que no se podía comparar con nada de mi entrenamiento de Karate. Esa experiencia colectiva me permitió llegar a estar MUY familiarizado con la violencia, los patrones de comportamiento social, y las circunstancias típicas que conducen a, y que hay durante y después del conflicto físico, y cómo tratarlo eficazmente. No obstante, para el ciudadano medio, la idea del golpe preventivo es sencillamente impensable, ya no digamos posible, sin hacer el tipo de entrenamiento que ejemplifica esas circunstancias.
Tengo casi sesenta años, y preferiría, a toda costa, evitar el conflicto físico… Por muchas razones. Dicho esto, si me viera en una situación en la que la amenaza de peligro hacia mi familia, amigos, o hacia mí mismo fuera inminente, y no pudiera dispersarla verbalmente, tengo la confianza de que mi entrenamiento me ha preparado adecuadamente para tomar la iniciativa y eliminarla con el uso de la fuerza. Así que, si estabas buscando apoyo en la cuestión del golpe preventivo, ¡cuenta con mi mano levantada!
SB: ¿A dónde cree que le va a llevar su estudio e investigación en el futuro?
PM: Me gustaría continuar simplificando nuestro mensaje y desarrollando más métodos fáciles de utilizar para alcanzar mayores audiencias.
SB: ¿Y qué área, técnica o filosófica, del estudio de Artes Marciales ocupa su mente y su investigación actualmente?
PM: Estoy totalmente centrado en revelar los aspectos comunes de los kata, simplificando sus prácticas basadas en aplicación y derribando barreras que impiden u obstaculizan la diseminación de ese aprendizaje.
SB: ¿Hay alguna cuestión de la que le gustaría hablar sobre la que no le haya preguntado?
PM: Muchas, pero quizás lo mejor sería dejarlas para la tercera entrevista…
SB: Muchísimas gracias por la entrevista, ha sido un auténtico placer. ¡Gracias!!!
PM: De nada, sólo con los derechos de autor del libro será suficiente (es broma)
Fuentes:
“An Interview with Patrick McCarthy 2012″