Artículo publicado en la revista Karate Bushido, 01-02/1990
Autor: Sylvain Savini
Traducción: Cesar Gómez
Reproducimos aquí algunos grabados sacados de los 87 del tratado de Fabian Von Auerswald, editado en Wittemberg en 1539. La calidad y la precisión de los dibujos hacen que, según algunos, sean atribuidos a Lucas Cranach o alguno de sus alumnos. También se pueden comparar a los de Albrech Dürer ¿puede que él mismo se hubiese inspirado en el maestro Fiore dei Liberi?
En todo caso, estos documentos muestran el alto nivel de la lucha de “defensa personal” en la Europa de estos tiempos; con técnicas en el más puro estilo del Pancracio antiguo !! Sin duda alguna, eran comunes en todas las luchas celtas, suizas, etc… de las que tenemos muy poca documentación, pero cuyos encuentros públicos anuales están atestados desde la Edad Media.
¿Todo esto, no era un tipo de Judo y Jiu-Jitsu primitivo?
No traduciremos las lecturas ya que la mayoría de los lectores poseen conocimientos en Judo, Jiu-Jitsu, Lucha, Aikido, etc… Es evidente que en un espacio limitado un buen luchador tiene, a menudo, una gran ventaja sobre un “golpeador”; eso es generalmente lo que muestran los encuentros oficiales de este tipo.
En materia de deportes de combate-artes marciales, la falta de documentos entre la Antigüedad y finales de la Edad Media solo nos permite fantasear e imaginar, careciendo de datos históricos. Desde la Prehistoria, desde siempre, en todos sitios, los hombres se han “esgrimido” con sus armas de una manera más o menos científica; también han luchado a cuerpo desnudo o con piezas de vestiduras que permitían unos agarres más seguros, pero las anécdotas que conciernen a los encuentros no pueden informarnos sobre la ciencia de los combatientes.
Saber que los luchadores de la corte de Bourgogne fueron famosos en tal ocasión, que Duguesclin era un buen luchador, que el equipo de seis luchadores británicos batió al equipo francés en el “Camp du Drap d’Or” (en junio de 1520), o que tal luchador bergamasque desafió a los luchadores de la corte de Dinamarca, no tendría más interés para nosotros que la bíblica lucha de Jacob contra el ángel, si, respecto a estas épocas, no tuviéramos los tratados de combate que nos muestran el alto nivel técnico ya alcanzado.
En cuanto a los combates sin armas, las convenciones han variado de un país o una región a otra, dando nacimiento a diversos “estilos”, que contenían en el fondo una buena cantidad de técnicas semejantes; ciertos “estilos” han llegado hasta nosotros aunque, por supuesto, evolucionando con influencias recíprocas.
Por ejemplo, en Francia encontramos, en el Jura, la práctica de la lucha “con calzón” (estilo cuyas competiciones están registradas en Suiza desde la Edad Media, sobretodo en Interlaken. Un texto la llamaría lucha “Schwingen” o “balanceando”); en Armorique, durante los “perdones” (palabra que designa los encuentros “corteses”) los jóvenes se afrontaban aún a principios de siglo en lucha llamada “bretona” (muy cercana a las luchas británicas cuyas variantes señalan Cornwall, Devon, Lake district, Cornish, Cumberland…); desde 1612, de una manera continua existen en Cotswold unos juegos “olímpicos” que contienen, entre otros deportes folklóricos, un encuentro de este estilo, llamado “Shin-Kicking” (golpes de pie en la tibia), llamado así porque los combatientes comienzan intentando zancadillearse con patadas (como en Judo o como sobre los grabados extraidos del tratado de esgrima de Fabian von Auerswald de 1539) sin miramiento alguno sobre las tibias. Curiosamente, en el último siglo, existía una lucha semejante en la Sardaña recordada por el general La Marmora en sus escritos; en el “Midi”, se encontraba la lucha con las palmas de las manos “desde la cabeza hasta la cintura”, que tiene ahora todos los honores en los Juegos Olímpicos bajo el nombre de “grecorromana” (al principio, fue denominada “lucha francesa” y “lucha romana”).
Recordemos que en la antigüedad, los documentos que poseemos, y sobretodo el hecho de que hubiera competiciones reales y continuas durante más de 1000 años únicamente en el mundo greco-romano, nos permiten afirmar que en aquellos tiempos se consiguió alcanzar el “summun” de la eficacia; tanto en Pancracio, como en Lucha o Boxeo puro, y puede que incluso en Esgrima. En esto, la competencia y la experimentación continua jugaron un papel importantísimo, en la práctica, nuevas técnicas evitaron sin duda alguna las fantasías “académicas” sin eficacia real. El fin de las competiciones condujo, con seguridad, durante siglos a una regresión en este tipo de actividades.
¿En que, la Esgrima con armas, que encontramos en pleno desarrollo en los más antiguos tratados de los Maestros de Armas del siglo XIV, era más científica que aquella practicada por los caballeros con armadura? A pesar de que se conocía con el nombre de “Ciencia de las Armas”!!
En primer lugar porque era un todo que englobaba el aprendizaje de todas las armas, y la forma de combatir contra ellas sin armas, y que esa enseñanza se dirigía a hombres generalmente desprovistos de armadura que no podían contar más que con su habilidad y su inteligencia en la utilización de las armas (o incluso su vestimenta) para alcanzar la eficacia máxima, tanto en defensa, como en “ofensa”.
Los dibujos medievales o las películas históricas han grabado en nuestro espíritu una imagen de señores o de caballeros vestidos siempre con sus cotas de malla y sus armaduras; de hecho, solo se las colocaban para la guerra y los torneos (y eventualmente, para los entrenamientos), lo que era, muy poco tiempo cuando sabemos que un caballero, llamado por su soberano, tenía que prestar un servicio que no excediera los 40 días al año. No obstante, para ellos, y según sabemos y suponemos, el entrenamiento tenía esencialmente como objetivo de darles la potencia y la destreza necesarias para destruir a sus semejantes, tan acorazados como ellos mismos. Así que lo importante era el utilizar con destreza la lanza, golpear con fuerza en movimientos de corte más que de estoque, con la espada, el hacha o la maza de armas; saber parar con el escudo, o eventualmente amortiguar los golpes con la misma armadura…como hoy en día, en el Boxeo, cuando hay que encajar un golpe que suavizamos con movimientos de cabeza o del cuerpo (o bloqueamos) con el fin de poder colocar un golpe más potente sobre el descubierto adversario.
Diversos autores han supuesto que los caballeros, al estar completamente protegidos, no se molestaban en parar los golpes con su arma, y por eso habrían ignorado ese elemento de base de la esgrima; sin duda se trata de una gran exageración! El manejo del palo largo (o de la pica) era la base de la esgrima de todas las armas desde la Prehistoria, y esta práctica ha sido constante durante siglos; así que es muy improbable que los jóvenes “nobles” no hubieran comenzado por ahí durante su juventud, con asaltos de palo en los que se necesita imperativamente saber utilizar toda su longitud para efectuar paradas eficaces; así que, aquel que ha tenido esta práctica en su juventud, instintivamente aplicará los mismos principios cuando tenga una espada en la mano (sobretodo la pesada, de dos manos), pero por supuesto, sin la finura y la destreza de un esgrimidor “científico”. Seguramente no se enseñarían golpes complicados, perfectamente inútiles con espadas pesadas que debían ser capaces de dañar las armaduras. En cambio, el trabajo de fintas y engaños, en la medida que lo permitiesen las pesadas armaduras, ya debía de practicarse, y esto desde la Prehistoria.
Lo que diferenciaba a los individuos era su grado de coraje, valentía…dejemos a los soñadores de “esoterismo” imaginar enseñanzas secretas y refinadas, dadas por ejemplo a los Templarios u otros monjes guerreros al abrigo de los muros de sus conventos…esto se suma a las divagaciones sobre los “Grandes Maestros Desconocidos” o de los “extra-terrestres” dispensando su “luminoso saber” a los iniciados. A propósito de los Templarios digamos que la Regla les obligaba, bajo pena de expulsión, a aceptar el combate hasta con tres enemigos a la vez; esta también les prohibía desenvainar la espada contra un cristiano, fuera el que fuese; fue sin duda esta restricción la que impidió a los Templarios franceses resistirse, cuando todos los monasterios de Francia fueron invadidos por los hombres de armas del Rey Felipe Le Bel, en ese famoso día, 13 de octubre de 1307, en lo que puede que fuera la más magistral encerrona de la historia.
Recordemos que para convertirse en “Hermano de la Milicia del Templo”, había que ser adulto y caballero ya formado; en el Temple, debido a la vida en comunidad, los jóvenes aprendían de los viejos las astucias del combate, nacidas de la experiencia, pero esta transferencia de conocimientos en una época en la que el libro no existía, aún era muy común en las profesiones artesanales.
Según los diversos tratados vemos que la enseñanza era de conjunto durante el siglo XV, principios del siglo XVI, no obstante desde esta época la espada se beneficia de un estudio más avanzado que las otras armas; desde hacía un milenio se la había honorado y simbolizado enormemente. El maestro Fiore dei Liberi puso en evidencia en su tratado las cualidades que hacen a un buen esgrimidor: “Prudentia – Celeritas – Audatia – Fortitudo… La prudencia del lince, la velocidad del tigre, la audacia del león y la resistencia del elefante” Parece haber sido el primero en recortar el espacio en 7 líneas que se unían en el ombligo del adversario; línea que delimitaban las zonas y las direcciones de golpeo, a las cuales da diferentes nombres para facilitar así la enseñanza. La espada, ella misma, estaba descompuesta en cuatro partes; la empuñadura (de la guardia hasta el puño) y las 3 partes de la hoja; la fuerte, la media y la débil, cuya importancia en la acción fueron puestas en evidencia.
Los maestros italianos, considerando al hombre siempre con vestimenta de calle, al principio sustituyeron, para la defensa, el escudo por la utilización en la mano izquierda de una segunda espada, de un puñal, o de una parte de la vestimenta sobre el brazo (como ya hemos visto que se hacía en la Antigüedad). Con las dos manos armadas se trabajará durante el transcurso de muchos años; los cambios de guardia (pie derecho o izquierdo adelantado), las “vueltas”, las “cavaciones” (“contracavacion”, “recavación”, “media cavación”…), girar, avanzar, cerrar, levantar, deslizar, reconducir, cortar, las combinaciones, etc…se añadirán un gran numero de fintas, los “hormigueos” de hoja, los “tirones”, todas las variedades de esquivas, de paradas y de cambios de “apariencia”; una multitud de términos designarán todo esto…estará muy bien visto, en el extranjero, mantenerlos en italiano, al menos los principales.
La superioridad de los golpes de estoque sobre los golpes de talla fue redescubierta (conocida por los romanos) y demostrada; permitían, efectivamente, por su velocidad y precisión sobre los puntos “mortales”, tocar exponiéndose lo menos posible. Se trabajará el combate en la “medida” larga y estrecha, con preferencia por la primera. Los golpes de talla seguirán utilizándose mientras que las espadas continúen teniendo un corte afilado y en el caso del sable, cuando se pongan de moda en el ejército; se abandonarán en la esgrima académica del florete (nacida en Francia a finales del siglo XVII), excepto por los “coupés”.
La importancia del trabajo de la mano, desde los orígenes de la esgrima de estoque, será muy grande, y el agarre del arma “a la italiana” (índice cerrando la guardia, aún utilizado en la actualidad, con las modificaciones necesarias para protegerlo de los golpes deslizantes) asegurará una mayor precisión en los golpes de estoque, y un aumento de la potencia en los de talla.
La enseñanza de los Maestros tenía una parte psicológica, era personalizada según la altura del alumno, y su velocidad; aprendía a comportarse ante adversarios de naturalezas débiles o fuertes, rabiosos o cobardes, etc… Todo esto no podrá trabajarse más que con armas ligeras, nacidas en el siglo XV, permitiendo todas las finuras del “doigté”.
El “summun” del arte de la esgrima con espada (para el combate) se alcanzó, sin duda alguna, en el siglo XVI y principios del XVII; solo esta esgrima merecerá verdaderamente ser calificada de “científica”.
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