Interesante articulo escrito por José Diaz Jimenez sobre las artes marciales filipinas y publicado en su pagina web www.fightlosofia.com
Como ya he comentado en alguna entrada al blog, defiendo que conocer las raíces del arte que uno practica ayuda a asentar las bases para posteriormente y en el transcurso del estudio, todo vaya tomando un sentido especial y más profundo en el entendimiento de la misma. Podremos llegar así a encontrar respuestas a muchas cuestiones que surgen durante el entreno tanto en la estrategia como en la parte más técnica. Hoy traemos un pequeño estudio sobre la Antigua Destreza (nombre acuñado en la españa del siglo XVII ), la esgrima antigua española y su conexión con la Eskrima de Filipinas.
En el transcurso de mis años como “profesor” de artes marciales, más concretamente de Eskrima, mucha gente me ha preguntado sobre las auténticas artes marciales de origen español, casi por instinto siempre respondía, que lo que queda de estas artes está en filipinas, con este artículo (producto de recopilación de muchas fuentes a las cuales agradezco el que compartan su información), pretendo “justificar” de una manera un poco más metódica esto que vengo afirmando desde hace ya mucho.
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GM Momoy Cañete con Espada y Daga |
Comenzaré por el principio, preguntándonos qué es exactamente esto de la Destreza y más concretamente qué era la Espada y la Daga tan prolíficas en su uso allá por el siglo XVII y que fue tan característica de la época.
Me gustaría empezar haciendo especial incapié en la importancia que se le dio al uso de la daga y las características de uso específicas que se le dieron. El nombre que los diestros españoles daban a sus herramientas y las características de éstas, dependía en gran medida de las armas blancas que portaban; ropera y vizcaína, Vizcaína y toledana…( se usaban varias formas para nombrar estas armas). Era el uso de la daga una ciencia relacionada con la supervivencia y que pretendía ser usada de manera furtiva, no dejándola ver desde el inicio de la treta, al menos que el adversario las portara con la gallardía de uso desde los comienzos del lance…la daga, portada en la mano izquierda asistiría así en eficacia al resto impuesto por la estrategia a desarrollar durante el desarrollo de la lucha, en principio para la defensa, más tarde para la ofensa más mortal.
Era de norma común que tanto los piqueros, arcabuceros, mosqueteros y alabarderos portaran la sempiterna espada ropera siempre hermanada con una daga asida a la cintura.
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Espada Ropera y Daga Vizcaína |
Se esperaba que en batalla en campo abierto, el soldado no tuviera de recurrir al uso del arma blanca, a no ser que fuese necesario para alcanzar al enemigo derrotado, se confiaba en que el combate quedara resuelto lo antes posible. Era de extrema importancia disponer de una espada ( diferente en esta caso a la ropera) para cualquier lance que pudiera darse, pues no todo era luchar escuadrón contra escuadrón ya que no siempre tenían la suerte de que la batalla se definiera desde la distancia larga. La espada no debía ser larga en exceso ( durante la batalla esto podía resultar desventajoso por flexibilidad de la hoja y posible rotura), a lo sumo de cuatro palmos de hoja, para facilitar la movilidad y la velocidad, muy distinta de las roperas, o espadas de duelo, que los matasietes usaban para dirimir sus lances. No había que ir “fingiendo haberle dado a un chulo una mohada con la lengua de un jifero” para obtener el respeto de los camaradas de milicia, antes al contrario, se juzgaba que quien portase uno de estos hierros, propios de las esferas bajas y maliciosas de la sociedad, duraría bien poco en el campo de batalla.
“Que todos los soldados [...] puedan salir [...] que no sea con otras armas mas de espada y daga [...] si no fueren los capitanes, los cuales puedan sacar todas sus armas.” Capitulación de la villa de Mons, 1572
El tamaño de las espadas portadas tanto en el mundo “civil” como en batalla irían cambiando a lo largo del tiempo dependiendo de muchos factores, incluidas las modas, la eficiencia, las necesidades, habilidades y e incluso los medios económicos del tirador…así hasta llegar a desaparecer el uso de la esgrima y todo el arte relacionado a ésta…siendo el olvido del arte paralelo al incremento de la tecnología y de las armas de fuego.
Así y progresivamente podemos identificar características ejemplares en como se va desarrollando un tipo de esgrimir típica mente española. A las escuelas españolas que comienzan a surgir se las llama escuelas de la Destreza, que es el nombre que se le da al arte marcial nacional. A pesar de utilizar el estoque, en su versión patria, no utilizan el sistema italiano, basado en posturas más inmóviles y guardias de dificultad física en ocasiones. El estilo ibérico nace a partir de técnicas más antiguas, posiblemente sacadas de la antigua espada de mano y media ( de la edad media), pero transformándola a una sola mano y aligerándola, haciéndola muy efectiva al estoque. Sin embargo, aún no es lo suficientemente ligera para llamarla ropera, nombre que se le dará ya en el siglo XVIII, llamándose simplemente espada de forma habitual .
La esgrima no es española, germana, italiana ni francesa, es patrimonio mundial ya que se supone una evolución lógica al uso de la espada que se pierde en el tiempo, ha ido evolucionando e involucionando desde el mundo más terrenal al más espiritual e incluso hoy en día cuando prácticamente carece de sentido su uso, podemos ver como se mantiene en todo el mundo como un símbolo castrense y de poder.
Los primeros referentes escritos en manuales sobre el uso de la espada en el mundo de la esgrima española, datan de finales del s. XV. Así, se hace mención de Jaime Pons, maestro de origen mallorquín que vivió y publicó su tratado en Perpiñán, entonces bajo la soberanía de la Corona de Aragón, en el año 1474. En el mismo año, en Sevilla, aparece el tratado del Maestro Pedro de la Torre. Posteriormente también en Sevilla vería la luz el tratado de otro maestro, Francisco Román, en el año 1532. A estos tratados hacen referencia autores de Destreza Verdadera identificándolos con la Escuela de Esgrima Común.
Hay en esa época dos escuelas de esgrima propiamente españolas. La primera se remonta a finales del siglo XV y principios del XVI, y nace ante la existencia de una nueva arma, la espada ropera. El término ropera (espada que se lleva con el atuendo civil), aparece 1468 en un inventario de objetos perteneciente al Duque Don Álvaro de Zúñiga y es adaptado sistematicamente a otros idiomas (ràpiere segun los franceses o rapier en Inglaterra). La espada ropera es más delgada y larga que su hermana de guerra (los primeros ejemplares median entorno al metro y los últimos podían llegar o superar el metro y medio), pero no por ello menos resistente, ya que solía enfrentarse tan solo a tela y carne, por estar prohibidas las corazas y otras armaduras entre los civiles y los soldados que no estuvieran “en disciplina”. La espada ropera gozó en España de tanta fama y predicamento que, en fechas tan tardías como la primera mitad del siglo XVIII, los españoles seguían siendo célebres en su uso.

Esta escuela de esgrima, llamada destreza vulgar o común, pasó a la historia con injusta fama de sistema marcial no compilado y consistente en una serie de tretas o movimientos sin ser una escuela de esgrima “per se”. Esto es debido a que los maestros Pons, Román y de la Torre, eran casi viejos de medio de siglo cuando apareció la competidora de esta escuela, la destreza verdadera del sevillano Carranza, que en el año 1569,con su obra: “De la Filosofía de las Armas y de su Destreza y la Aggression y Defensa Cristiana.” propone por primera vez un estilo típicamente español. Al estilo de lucha que proponía el maestro hispalense se le comenzó a llamar Destreza Verdadera y al practicado por el resto de sus coetáneos, Destreza Vulgar.
El aumento de los duelos ilegales en las calles de todas las grandes ciudades europeas planteó ciertos problemas al respecto del uso de las armas y la autodefensa, de ahí proponer la creación de un sistema de esgrima bajo los preceptos del cristianismo. El Papa y el clero, en general, no aprobaban los duelos por honor, ya que era una forma muy poco cristiana de matar. Carranza, como aclara en su tratado, describe cinco formas de matar por la espada a saber: defender a los débiles, a la familia y amigos, al rey, a la nación y, por encima de todo, a la religión. La Iglesia no podía negarse pues a la práctica de una esgrima que se dedicara a proteger sus intereses evangelizadores, y menos aún si muy inteligentemente expuesto, aparece reiteradas veces y por todas partes la palabra defensa. El objetivo de Carranza no era matar al enemigo, ni ser el mejor esgrimidor, sino defender las cosas importantes de la vida. Quedan así excluidos los lances/duelos por honor en la Verdadera Destreza.
Las técnicas que utiliza en el tratado Carranza, realmente no son del todo innovadoras. Lo que hace más grande a éste Maestro de Armas es que crea unos principios de combate generales aplicables a cualquier treta y cualquier arma que se porte.
Las distancias, los pasos y el ángulo de la espada se convierten en algo fundamental en la ciencia del combate que está comenzando a perfilar. Se hará especial incapié en estar en el lugar apropiado en el momento oportuno, será esta la máxima a aplicar en la Destreza. Y para poder explicar de forma clara sus teorías y métodos,se recurre a la práctica metódica, a las matemáticas y a la geometría. Carranza basó sus postulados no solo en un estudio físico y matemático de las acciones a realizar (se hablaba de compases y ángulos), sino que tambien se permite incluir la filosofía entre sus párrafos.
Es a partir de entonces, que sus sucesores tratarán como núcleo pedagógico la geometría para explicar y utilizar la esgrima, especialmente el que será el mejor discípulo de Carranza, al que más tarde repudiaría ( también será conocida su gra enemistad con Quevedo ): Luis Pacheco de Narváez. Se convierte así la esgrima en una ciencia en toda regla. La acepción Ciencia no tiene aquí el sentido por el que hoy en día es más conocida, sino el sentido que se le atribuía en la época que estudiamos: el de un cuerpo de conocimientos ordenados y dotados de una coherencia interna, en este caso aquellos que se utilizan para explicar lo que ocurre en el uso de las armas.
“La vida amable. El enemigo fuerte. Ordinario el peligro. Natural la defensa. La ciencia para conseguirla, infalible. Su estudio forzoso y el ejercicio necesario. Conviene al que hubiere ser diestro, no ignore la teórica, para que en la práctica, el cuerpo, el brazo, y los instrumentos obren lo conveniente a su perfección”
Las diferencias entre maestro y alumno comienzan a sucederse en forma y en fondo. Aunque ambos siguen la geometría como base para utilizar la espada, cada uno la interpreta de una manera diferente.
Luis Pacheco de Narváez, por su habilidad en la enseñanza y en lo prolífico de su tratado, se convierte en 1624, en Maestro Mayor de Esgrima y Maestro Mayor del Reino de Felipe IV, asumiendo la responsabilidad de ser el examinador de los que querrían convertirse en maestros en el arte de manejar la espada.
El sistema sigue un método deductivo. Hay unos principios universales para toda la esgrima: la distancia adecuada; el ángulo de la espada, siempre recto; y el círculo de esgrima, que surge de los pies de los contendientes y determina los pasos posibles y seguros que deben darse. A partir de esos principios, sólo consiste en la suma de movimientos y posibilidades para crear un esgrima segura y efectiva. El objetivo es que, a través del entrenamiento, los principios de distancia, pasos y ángulos queden grabados en la mente del tirador para que siempre se utilicen correctamente. Narváez da especial importancia al movimiento no telegráfico y al control y uso de las energías de manera eficiente, teniendo muy en cuenta la necesidad de un trabajo físico para que no falte fuelle. La mecánica corporal será otro de los conceptos que definirán la eficiencia de la “nueva” esgrima.
“…que la propia naturaleza ama el descanso; sin apetito de violenta alteración en sus intrínsecos y extrínsecos movimientos, y se deleita con la moderada quietud y sosiego, por saber que con esto hará todas sus operaciones más fácil, y para los convenientes a la Destreza, ni estará perturbado el ánimo, alterada la imaginación, ni mal asegurada confianza de lo que fuere a hacer dispondrá el peligro”
Coexistiendo con estas escuelas, Italia contará con grandes escuelas desde el siglo XV, con nombres como Fiore dei Liberi, Camilo Agrippa, Capo Ferro, Achille Marozzo, Salvatore Fabris, Nicoletto Giganti, etc. Alemania e Inglaterra tendrán también sus propias escuelas. Cabe señalar la nada desdeñable tradición alemana en esgrima codificada, que se remonta a fechas tan tempranas como el siglo XIII.
Asi pues, en esta época, se batían los aceros con ciencia y efectividad…o sin ella. “Por fortuna los familiares de la Inquisición no eran amadises, y aquello resultaba llevadero” (Limpieza de Sangre -APR). Como se ha dicho, las clases populares tendieron a imitar a la nobleza y, en consecuencia, a llevar una espada al cinto. En muchas ocasiones, su formación como tiradores no pasaba de ahí, razón por la cual existía en la céntrica Plaza Mayor de la capital española una serie de maestros “al aire libre”, que daban sucintas clases de esgrima para los que iban a batirse, enseñándoles tal o cual treta. Como puede suponerse, la efectividad de estos “valentones” no pasaba de la de su ardor, enfrentados a un espadachín más diestro.

La época de máximo esplendor de este noble arte marcial comienza en el siglo XVII, aplicándose en la guerras de Flandes por los españoles que llegaban a través del Camino Español. Hay manuales que llevan el estudio de este sistema hasta 1862. El método de esgrima español se también se extendió por el Imperio colonial español en el Nuevo Mundo. El mismo Carranza ejerció el puesto de gobernador de Honduras.
Aquellos que escribieron sobre Destreza Verdadera, solían, con intencionado desprecio, hablar de la esgrima anterior a ellos como Esgrima o Destreza Vulgar o Común. La Verdadera Destreza no se preocupaba principalmente de cómo causar herida al adversario ( asunto por éste por el que se criticada a esta forma de esgrimir), si no de cómo mantener protegido al Diestro que empuñaba la espada, y se enfrentaba a un lance en el que ponía en juego su integridad física y su vida.
Es una esgrima aparentemente defensiva, sí, pero podríamos hablar de una una defensa ofensiva que predica con la auto-protección, sin asumir riesgos innecesarios, ya que la empresa es la supervivencia y vida una.
La Verdadera Destreza Española es un sistema de principios, no de tretas, y aplicable a todas las armas que nos propongamos esgrimir, ya sea la espada ropera, con y sin daga, la espada de mano y media, la espada y el broquel, por poner algunos ejemplos. Que sea un sistema de principios implica que cada Diestro, desarrollará su propia esgrima según su carácter, su estructura corporal o su habilidad, lo cual hizo de ésta, la Destreza, un sistema que se adaptaba perfectamente a todo tirador, sin miramientos de sus cualidades inicialmente, más que de su tesón en el entrenamiento, haciendo que fuese bien acogida por todos los tercios españoles.
Eran los siglos XVI y XVII cuando los imparables tercios españoles marchan atravesando las naciones europeas a la vez que administraban “misericordia” a los enemigos de la corona.
Picas, espadas y arcabuces aparte, una de las armas que siempre acompañó al soldado español y a la mayoría de las reyertas de nuestro siglo de oro fueron las llamadas ‘misericordias’, ‘vizcaínas’ o ‘quita-penas’. Dagas de buen hierro y oscuro propósito destinadas a aliviar la pesada carga de la vida terrena de su víctima.
Situadas por tamaño entre el cuchillo y la espada (unos 30 cm. de hoja), recibieron su sacro nombre debido al uso que adquirieron en los campos de batalla europeos: el de dar la última merced…rematar al adversario o al compañero mal herido.
Los soldados del tercio solían llevar la daga a la espalda, a la altura de los riñones, para que les resultara fácil de sacar en caso de necesidad. Contaba con valor tanto defensivo como ofensivo. Estas también llamadas “dagas de caridad” o de mano izquierda, cumplían la labor de “auxiliar” a la mano derecha, portadora de la espada en un combate, haciendo la “caridad” de evitar sufrimientos al enemigo moribundo al asestarle con ella la estocada definitiva.
Una batalla campal no era lo mismo que una pelea de taberna, donde los ánimos tardan en apagarse el tiempo que se tarda en dar dos buenas cuchilladas. Allí los combatientes vestían armadura. Sobre todo las clases nobles, que podían permitirse coraza de cuerpo entero, no había arma cortante que pudiera atravesar. Las ‘misericordias’ entraban aquí de nuevo en juego para buscar las juntas de la armadura donde una fina hoja podía introducirse: generalmente cuello, axilas, ingles o el mismo visor del casco hasta llegar a los ojos.
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También fue muy popular esta arma entre la gente de mala vida, en las esferas bajas, proclives a resolver sus disputas personales en callejones de forma rápida y furtiva, con luz escasa, ya que por sus características, podían ocultarla en una bota alta o en la propia capa. Por este motivo la mayoría de ‘misericordias’ no incluían el sello de su fabricante, que podía proceder de los más nobles fuegos toledanos. Su influencia fue tal que se convirtieron en instrumento clave de la esgrima de la época, sustituyendo a la ya desfasada adarga como medio defensivo, pasando la daga a cumplir ambas funciones de defensa y ataque.
Fueron los Tercios, la mejor infantería europea durante casi 150 años. Caracterizadas por un arrojo incuestionable y una lealtad total hacia su rey, estas unidades –consideradas por algunos como las herederas de las legiones romanas- acababan con sus adversarios lanzando sobre ellos un vendaval de plomo y un mar de picas, portando con destreza sus espadas y rematando su faena su faena a golpe de vizcaína. Así, con la Cruz de Borgoña a sus espaldas y la daga en su cinto, estas unidades se labraron una reputación de bravos guerreros temidos por sus contrincantes.
Se trataba de un ejército profesional, no eran simples mercenarios a sueldo ( aunque muchos de ellos contaran con un pasado un tanto complicado), eran hombres de honor, leales a su rey y unidos por una fervorosa fe católica ( auténticos guerreros de occidente).
La fecha de la creación de los tercios posee un halo místico que envuelve a estos aguerridos guerreros, ya que no se sabe con exactitud. Independientemente de la fecha, estas tropas demostraron su eficacia militar y administrativa. Resultaron ser una revolución en el mundo militar por la modernidad que mostraban en todos los ámbitos. Al agrupar compañías y darles un jefe común con medios para imponer su autoridad (un verdugo), se creó una forma de mando que demostró ser bastante eficaz. Los Tercios demostraron ser una buena solución administrativa, organizativa y de mando…todo el mundo procuró copiarlos.
Aunque se cree que fueron oficialmente creados por Carlos I de España (los denominados Tercios Viejos) tras la reforma del ejército de octubre de 1534 y la ordenanza de Génova de 1536, sus orígenes se remontan probablemente a las tropas de Gonzalo Fernández de Córdoba en Italia. Con estas tropas españolas asentadas en Italia, Carlos I en sus ordenanzas de 1534 y 1536 organizaba su ejército en tres tercios: uno en el reino de Sicilia, otro en el ducado de Milán (o reino de Lombardía) y otro en el reino de Nápoles. En realidad, se comenzaron a gestar en la península. Durante el reinado de los ReyesCatólicos y a consecuencia de la guerra de Granada, se adoptó el modelo de los piqueros suizos, poco después se repartían las tropas en tres clases: piqueros, escudados (espadachines) y ballesteros mezclados con las primeras armas de fuego portátiles (espingarderos y escopeteros). No tardaron mucho en desaparecer los escudados y pasar los hombres con armas de fuego de ser un complemento de las ballestas a sustituirlas por completo.
El tercio en un principio no era una unidad de combate, sino de carácter administrativo, un Estado Mayor que tenía bajo su mando una serie de compañías que se hallaban de guarnición dispersas por diversas plazas de Italia. Este carácter peculiar se mantuvo cuando se movilizaron para combatir en Flandes. El mando del tercio y el de las compañías era directamente otorgado por el rey, por lo que las compañías se podían agregar o desvincular del mando del tercio según conviniera.
Estaban inspirados en la Legión romana, por lo que algunos historiadores creen que pudieron ser bautizados así debido a la tercia, la legión romana que operaba en Hispania. Eran unidades regulares siempre en pie de guerra, aunque no existiera amenaza inminente. El origen del término «tercio» resulta dudoso. Algunos piensan que fue porque, en su origen, cada tercio representaba una tercera parte de los efectivos totales destinados en Italia. Otros sostienen a que se debían incluir a tres tipos de combatientes (piqueros, arcabuceros y mosqueteros).

Una de las características estratégicas y de innovación aplicada por los tercios era que luchaban combinando de forma muy eficaz las armas blancas (picas, espadas y dagas) y las de fuego (arcabuces, mosquetes), llegando al punto de crear toda una leyenda entre los enemigos de las Españas como tropas invencibles desde comienzos del siglo XVI hasta mediados del XVII. Su capacidad para adaptarse a cualquier situación no tenía parangón entre sus rivales y aun se les considera como uno de los mejores ejércitos de todos los tiempos.
La estrategia a seguir por los Tercios era: primero disparaban los mosquetones, que eran consideradas armas pesadas, luego disparaban los arcabuces y a continuación salían los piqueros que cargaban ordenadamente en una formación similar que recordaría a un enorme erizo de hierro. Se hicieron también muy famosos por lo que llegó a llamarse “la encamisada” en la que un reducido grupo de los mejores hombres perpetraban incursiones por la noche en campo enemigo, armados tan solo con espada y daga, sin ninguna protección, ataviados con una simple camisa blanca (de ahí el nombre) para distinguirse de los contrarios. Estos ataques puntuales eran muy efectivos, se trataba de una acción de sabotaje de los campamentos del enemigo y causar las mayores bajas posibles.
El soldado de los Tercios era admirado y temido, eran engreídos y pendencieros y a la menor ocasión solían echar mano del acero para “aclarar” sus diferencias, por lo que eran conocidos y respetados en toda Europa.
Hay que tener en cuenta que los Tercios ocupan casi dos siglos de la historia de España por lo que su estructura y armamento varió desde su creación en 153o y algo hasta su conversión en regimientos allá por 1704. En sus primeros tiempos se usaban ballestas, espadas y rodelas y poco a poco fue evolucionando su estructura por la incidencia en las mejoras de las armas de fuego en detrimento evidentemente de las armas blancas siendo ésta una característica que incide en la “desaparición” de estas artes marciales españolas, ya que la influencia evolutiva de la tecnología en el concepto de la lucha hizo que poco a poco se fuesen olvidando o dejando de dar la importancia funcional necesaria a estas artes…para mi, una de las grandes desgracias de nuestra historia.
Como ya podemos imaginar la existencia de los tercios no sólo se limitaba a la península, se extendían a lo largo y ancho de todo el territorio que pertenecía a la corona, luchando en paises lejanos, siempre fieles a su Rey. Siendo así y buscando los puntos de conexión, nos encontramos que destacamentos de los Tercios españoles fueron destinados en tierras extraña allá donde no se ponía el Sol como es el caso de las Islas Filipinas.
Podemos imaginar lo que significaba para un soldado estar en estas tierras extrañas, a tanta distancia de tu tierra madre, tomando contacto con culturas tan diferentes y luchando a vida o muerte en cada lance con piratas e insurrectos.
Con este panorama, podemos claramente identificar que gran parte de la filtración y mestizaje de la Destreza, con respecto a las artes marciales autóctonas y en definitiva la creación de la Eskrima, se dio por la conjunción de fuerzas diversas: los Frailes, de igual forma evangelizadores y esgrimistas en defensa de sus tesoros y doctrinas y las batallas contra los piratas que saqueaban tanto al norte( Japoneses y Chinos) como al sur de las islas ( musulmanes), intentando imponer sus propias leyes no aceptando evidentemente a ninguna autoridad forastera. Es aquí donde hablaremos de una de las batallas que personalmente más me apasionan, a parte de por desconocida, por característica y que muchos de nosotros habríamos ensoñado de no haber sido cierta…
Hablamos de la batalla de Cagayan, una serie de batallas que tuvieron lugar en1580 0 1582 ( hay diversas teorías al respecto de las fecha concreta) entre la Armada Española de los Tercios Españoles destinados en Filipinas al mando del capitán Juan Pablo de Carrión, y los wako (piratas japoneses) liderados por Tay Fusa. Estos enfrentamientos tuvieron lugar en las proximidades del río Cagayán como respuesta a los saqueos japoneses de las costas de Luzón dando como resultado la victoria española.
Estas batallas suponen la única evidencia histórica de un enfrentamiento armado entre europeos y samuráis. De este episodio, la historia tradicional japonesa cuenta que sus guerreros fueron derrotados por unos demonios, mitad peces mitad lagartos, llegados en unos grandes y extraños barcos negros. Estas criaturas salían como bárbaros de la mar y atacarles tanto en tierra como en mar era un asunto peligroso y casi suicida.
Desde entonces los samuráis llamaron a los infantes de marina españoles «wo-cou» (peces-lagarto), en reconocimiento a la audacia con la que habían luchado. El suceso tuvo la particularidad de enfrentar a arcabuceros, piqueros, y rodeleros españoles contra los Ronin (samuráis sin señor), y en menor medida, los ashigaru (soldados rasos) nipones.
En 1580 los piratas japoneses forzaban a los nativos de Cagayán a prestarles fidelidad y sumisión. Estos incursores recibían el nombre de wako, si bien en el siglo XVI el término aludía también a los piratas chinos…la escusa inicial era el intercambio de oro y plata, que más tarde se convirtió en un control déspota de la zona.
Según cuenta el investigador Carlos Canales en su libro «Tierra Extraña», el gobernador español en las Islas Filipinas, don Gonzalo de Ronquillo, tuvo noticias de la llegada de un fuerte contingente de piratas japoneses que estaban hostigando y saqueando a los indígenas filipinos en la provincia de Luzón, zona bajo la protección administrativa española.
Ante esta situación, Ronquillo envió hasta Luzón al capitán de la Armada Juan Pablo Carrión, al mando de una flotilla compuesta por siete embarcaciones y varias decenas de infantes de marina de los Tercios de Mar de la Armada española. El objetivo era expulsar a los fieros piratas japoneses, que resultaron ser temibles guerreros samuráis.
Tras ganar una primera batalla, gracias a la superioridad técnica de los barcos occidentales, con relativa facilidad lograron hostigar un buque japonés en el mar de la China Meridional hasta obligarlo a retirarse. La respuesta pirata llegó a través del cabecilla Tay Fusa (también referido como Tayfusu o Tayfuzu), que navegó rumbo al archipiélago filipino con 10 navíos. Al pasar por el cabo Bogueador la flota descubrió a un Junco japonés que se retiraba tras saquear y someter a los habitantes de la zona. El capitán inició una batalla naval contra el junco y lo abordó, siendo los japoneses superiores en número. Los rodeleros españoles debieron verse entonces contra auténticos samuráis japoneses, con sus armaduras tradicionales y armados con sus katanas. Como los japoneses contaban también con arcabuces (proporcionados por los portugueses) en la cubierta del junco rigieron auténticos patrones de combate aplicados al campo de batalla, con los piqueros delante y arcabuceros y mosqueteros detrás. Finalmente, se consiguió la victoria haciendo un parapeto, alegando también a la mejor calidad de las armaduras, armamento y estrategia combativa del tercio español.
La flotilla continuó por el río Tajo encontrándose una flota de 18 barcos, abriéndose paso con su artillería y desembarcando para atrincherarse. En dicha trinchera colocaron los cañones desembarcados de la galera, con los que continuaron haciendo fuego contra el enemigo. Los wako decidieron negociar una rendición y Carrión les ordenó marcharse de Luzón. Los piratas pidieron una indemnización en oro por las pérdidas que sufrirían si se marchaban, a lo que siguió una rotunda negativa de Carrión, los japoneses decidieron atacar por tierra con 600 soldados. La trinchera aguantó los diferentes embates, los 30 soldados españoles que quedaban, lograron resistir y derrotar al enemigo, para luego lanzarse contra él, provocando así una huida. Los españoles entonces se hicieron con las armas japonesas que habían quedado sobre el campo de batalla como trofeo, lo que incluía katanas y hermosas armaduras. La esgrima europea había demostrado ser digna de enfrentarse a unos de los guerreros más temidos y envueltos en misticismo de toda la historia. Las espadas de acero toledano también habrían demostrado ser mucho más resistentes y funcionales que las katanas de los samurais.
Como ya dijimos con anterioridad, la Eskrima sin lugar a dudas surge en gran medida de estas filtraciones de batallas conjuntas entre los tercios, que defendían las tierras bajo corona española y los filipinos que se les sumaban, aquellos “fieles tagalos” que sin lugar a dudas aprendieron de primera mano las formas de lucha de los tercios, opción más que lógica ya que si el ejercito de la armada española buscaba aliados entre la población local, debían formarlos para que fueran lo suficientemente capaces de afrontar de una forma eficiente las batallas acometidas. Ésto no quita en ningún caso que los indígenas no tuvieran sus propias expresiones marciales, no me cabe ninguna duda ya que con una buena base en otras artes, sería mucho más rentable construir y asimilar una nueva forma de lucha a la vez tan adaptable como la Destreza.
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GM Momoy Cañete con Espada y Daga. San Miguel Eskrima |
La espada y Daga en las artes Filipinas es quizás la expresión más tradicional a la que podamos hacer referencia dentro de la estructura del Arte, los puntos de conexión terminan cuando podemos constatar que precisamente este manejo, uso y estudio de la espada y daga dio lugar a la eskrima tal y como la conocemos hoy día. Un dato curioso es que el primer libro escrito sobre Eskrima, por Plácido Yambao ” Mga karunungan sa larong arnis” ( el conocimiento del arte del Arnis) en 1957 es un tratado donde podemos ver el uso de la espada y la daga.
Mejorando a través del tiempo y tomando un carácter profundamente arraigado en la cultura y entender de los guerreros filipinos, no es poco lo que le debemos los que amamos este arte, ya que ellos fueron capaces de conservar algo que nosotros perdimos, olvidamos…no es de extrañar, este tipo de cosas demuestran el carácter y el desinterés del Español por sus cosas íntimas ( tan solo tenemos que ver la apatía que vivimos ante la situación del país). En la Eskrima, Espada y Daga, ha derivado en diferentes usos y características ( olisi-baraw: un bastón y una daga). Lo más interesante quizás es la idea de la fusión de armas dispares ( muy poco común en el mundo de las artes de marciales) en un sistema funcional, en el que la daga pasa no solo a ser un arma defensiva, sino que llega a tomar un carácter propio, evolucionando así quizás más allá de lo que quizás podría haberlo hecho en nuestras tierras…al cambiar en ocasiones y con el tiempo la espada por un bastón, se incrementan las posibilidades técnicas ya no sólo al golpeo si no también a maniobras más complejas al carecer de la idea del filo real de la espada.
Los principios son los mismos, los que hayáis trabajado espada y daga, estáis haciendo lo que vuestros antepasados, haremos especial incapie en la distancia, en los desplazamientos, en la forma correcta de golpear y situarnos sin exponernos demasiado, en la defensa del arma principal, en engañar sobre la estrategia rompiendo ritmos…y es que así, podemos considerarnos herederos de una tradición que en un momento de la historia tuvo a bien un mestizaje único en el mundo de las artes marciales, como única han sido estas gestas y batallas de las que sentirnos más que orgullosos…
Os dejamos una serie de imágenes más que curiosas sobre la antigua forma del uso de Espada y Daga en Europa:
Eskrima es ésto y mucho más, tradición, arte y cultura…tenemos la tremenda suerte de que las artes de lucha españolas aun sobreviven de alguna manera, el espíritu guerrero de la verdadera destreza aun nos impregna sutilmente…las artes marciales españolas se quedaron y evolucionaron en filipinas y hoy se llaman Eskrima.